En toda Europa, los signos son imposibles de ignorar: los campos se secan antes, las olas de calor llegan más pronto y los agricultores enfrentan restricciones de agua cada vez más estrictas cada temporada. Ya sea cultivando cereales en el norte o hortalizas en el sur, una verdad es universal: el agua ya no es predecible.
En Komet Irrigation hemos visto este cambio de cerca, país por país, temporada tras temporada. Para nosotros, no es solo un desafío: es un llamado a actuar de manera más inteligente, rápida y eficiente con cada gota disponible.
De la respuesta a la crisis a la planificación inteligente
Durante mucho tiempo, el riego se consideró una medida estacional o de emergencia – algo a lo que recurrir cuando la lluvia no llegaba. Pero en el clima actual, esa mentalidad está obsoleta. Como suele decir nuestro CEO, Andree Groos:
“El riego debe dejar de verse como un lujo y comenzar a tratarse como una infraestructura esencial para la producción de alimentos.”
Estamos de acuerdo. Porque sin riego confiable y eficiente, se les pide a los agricultores que apuesten su sustento a un clima cada vez más impredecible. Es un riesgo que nadie debería correr, no cuando ya existen mejores soluciones.

Tecnología que hace que cada gota cuente
Tomemos como ejemplo nuestro aspersor KPW. Fue desarrollado específicamente para enfrentar las condiciones secas y ventosas que ahora son la norma en muchas partes de Europa. Funciona a baja presión con alta uniformidad de distribución, asegurando que más humedad llegue a la zona de raíces y menos se pierda por evaporación o escorrentía.
Es tecnología real, probada en el campo, que ya está ayudando a los productores a reducir el consumo de agua sin reducir el rendimiento. Diseñamos herramientas como el KPW para que funcionen perfectamente con sistemas de pivote, porque es ahí donde el riego tiene el mayor impacto: en el último paso, justo donde el agua llega al cultivo.

Un desafío compartido en Europa
No importa dónde se cultive en Europa – la presión aumenta. La sequía ya le cuesta a la economía de la UE hasta 9 mil millones de euros al año. El uso del agua está bajo creciente escrutinio, especialmente en regiones en riesgo de desertificación. Y las reglas están cambiando.
Dentro de la Política Agrícola Común (PAC), los eco-esquemas y subsidios recompensan cada vez más el ahorro de agua medible. Esto es positivo – fomenta la inversión en sistemas más sostenibles. También significa que los agricultores necesitan herramientas que les ayuden a mantenerse productivos cumpliendo al mismo tiempo con la normativa.
Vemos el riego como algo central en esta transición. Con el equipo y la planificación adecuados, el consumo de agua puede reducirse entre un 25 y un 50% – una ganancia enorme tanto para los objetivos regulatorios como para la rentabilidad en el campo.
Los agricultores no son el problema – son la solución
Uno de los cambios de mentalidad más importantes que promovemos es cómo vemos a los agricultores. Con demasiada frecuencia se les trata como consumidores de agua – o peor aún, como derrochadores. Pero la realidad es que, con la tecnología y el apoyo adecuados, los agricultores son algunos de los mejores gestores del agua en cualquier sector.
“Necesitamos dejar de ver el riego como un grifo que se abre y se cierra”, dice Groos. “Es una palanca estratégica. Una que da a los agricultores control, incluso en un clima de incertidumbre.”
Mirando hacia adelante: el riego inteligente no es opcional
Lo que enfrentamos ahora no es solo un desafío tecnológico, sino también cultural. Debemos dejar de esperar a que mejoren las condiciones y empezar a construir sistemas que funcionen con las condiciones que tenemos.
Para nosotros, en Komet, eso significa diseñar herramientas de riego fáciles de usar, resistentes frente a los extremos climáticos y eficaces en una amplia gama de cultivos y geografías. Porque, ya sea trigo, maíz, tomates o lechuga – el principio es el mismo:
Sin agua, no hay comida.
Si queremos un futuro en el que la agricultura europea siga siendo competitiva, sostenible y segura, debemos invertir en tecnologías que hagan que el agua rinda más y trabaje más duro que nunca.